Una vez
aprobada la constitución faltaban por celebrar las elecciones municipales a
nivel estatal. O sea, en el conjunto de toda la geografía española, pueblos y
ciudades. que tenían que organizar moviéndose en la nebulosa de unos tiempos nuevos, un ambiente muy cargado
entre los partidarios de la extrema derecha y
fuerzas progresistas y entre los dos bandos la nueva clase política
navegando en un ambiente hostil y prácticamente de un desconocimiento supino
por parte de una ciudadanía que prácticamente ignoraba los entresijos de la política
municipal después de cuarenta años de dictadura en los que los ayuntamientos se
habían regido a los acordes de los personajes adictos al régimen y que a su vez
habían puesto en los municipios hombres y mujeres de su total confianza.
Las primeras elecciones municipales democráticas
se iban a celebrar el 6 de abril de 1979, o sea, cuando ya había pasado un año
de la aprobación de la constitución y dos años de las generales, pero, estas tenían
un morbo especial porque los ediles que
se iban a elegir eran nuestros propios vecinos. Los que a posterior iban a
mandar en nuestras vidas, y eso era harina de otro costal. había que tener
mucho tiento con la elección de aquellas listas que se presentaban cargadas de
promesas y proyectos milagrosos de los que sus protagonistas no tenían ni la
mas remota idea de la fórmula para llevarlos a buen puerto.
La dirección de
Ecos de la Sierra
no se quedó al margen de este
extraordinario acontecimiento echándonos, a los redactores a la calle (no
despedidos claro está) puesto que no cobrábamos ni un céntimo del semanario,
pero si con la consigna de sacar el mejor partido periodístico a los
protagonistas de aquel extraordinario evento político.
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