jueves, 22 de septiembre de 2011

LA CALLE QUE PERDIO SU SOMBRA

Tiene un kilómetro y medio de longitud, amplitud de calzadas y aceras anchas, con numerosas calles de distinto trazado que emergen a esta avenida por la cual pasa a diario un contínuo trasiego de vehículos, a la par que numerosas personas que viven junto a esta amplia avenida que a su vez es la calle principal de una urbanización que forma parte de ese gigantesco conglomerado de adosados que jalonan la costa alicantina y que tan pingues beneficios económicos ha proporcionado a promotores y políticos en general.

La calle que nos ocupa, tiene un bonito nombre "Lagunas de Ruidera" nombre del célebre parque natural que se asienta junto a los extensos viñedos de la mancha, y posiblemente por tan bello nombre que evoca lagunas de cristalinas aguas, con abundantes plantas, flores y aves de hermoso plumaje imaginábamos, antes de venir a vivir aqui, que allaríamos una urbanización con calles adornadas de frondosos arboles, exóticas palmeras, comodos bancos donde los vecinos que gusten de caminar pudiesen hacer un breve alto en el camino.

Pues bien, absolutamente nada, de nada. Este inmenso terreno en el cual se han construido casi novecientas viviendas adosadas no tiene ni un solo arbol, ni una sola planta, ni un solitario banco. Todo este paraje de la vega baja que antaño fue un vergel lo han cambiado promotores y políticos por la especulación del ladrillo. Construir con la máxima urgencia para vender lo antes posible y ¿despues? ¡hasta la vista! "Esas menudencias ya las pondrán los vecinos. Un poquito en sus jardines y otro poquito en las calles".

Pero, mientras pasa el tiempo, nuestra calle está desnuda. No podemos contemplar esa bella imagen que ofrecen los arboles ni nos protegen del torrido sol del verano. no nos arropan del viento y la lluvia, no nos dan la alegria de ver su sombra. "Por que su sombra la han perdido". Se la han robado los promotores cegados por el brillo de la especulación sin freno. Ese freno que tenían la obligación de ponerle los responsables políticos que tenían la misión de velar para que, sus amigos, los promotores, llevasen a buen término esas viviendas para que fuesen dignas del precio que pagamos por ellas.

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