Es evidente que los parques públicos son lugares de ocio a donde acuden los ciudadanos en sus momentos de asueto bien sea para pasear, sentarse en uno de sus banco a leer un libro, o bien reciben la visita de las mamás con sus retoños para que los chiquillos jueguen libremente en ese mi ni parque que han instalado para ellos mientras la mamá charla animadamente con sus amigas o con sus vecinas.
Con ese fin se idearon estos lugares de ocio, para el disfrute de los ciudadanos. Pero, ultimamente, y sobre todo en la costa oriholana, algunos vecinos,con uno o varios perros, a los que suelen pasear diariamente por las calles de las urbanizaciones (por lo que se ve con poco civismo) han convertido estos parques en letrinas de sus chuchos.
Vasta con darse una vuelta por los mencionados jardines para ver la asquerosa imagen que ofrecen estos lugares, tanto las zonas ajardinadas como los paseos o el entorno de los bancos, todo cubierto de excrementos de los canes. O sea, como observamos que los dueños de estas mascotas no tienen ningún reparo a la hora de impedir o limpiar estos excrementos caninos, no seria mala idea de que las autoridades municipales efectuasen una discreta vigilancia por los lugares reseñados para coger in fragante a los infractores de tan sucio menester e imponerles una fuerte sanción. Seguro que cuando se corra la voz de esta vigilancia con multa incluida, los parques vuelven a recobrar el perfume de sus flores. Ahora, ¡huelen mal!
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