Como
bien digo, al comienzo de de estas páginas escritas, y a pesar de que ya han transcurrido más de tres
décadas, los recuerdos de aquella época que fueron cruciales en la historia de
nuestro país, siguen fieles en mi memoria. Me estoy refiriendo a la transición
española, desde las primeras elecciones generales que como todos recordamos se
celebraron por primera vez tras la transición el 15 de junio de 1977 dejando
atrás cuarenta años de dictadura franquista (Hay que subrayar que posteriormente
los españoles fuimos llamados a las urnas para ratificar la constitución el 6
de diciembre de 1978 (aprobada por amplia mayoría) y posteriormente vinieron
las municipales el 3 de abril de 1979.
Los hechos que mi pluma quiere aquí narrar comenzaron a principios de 1977,
cuando empezó mi periplo periodístico en San Lorenzo de El Escorial como
colaborador del semanario “ECOS DE LA
SIERRA ” fundado por lorenzo Romera Izquierdo. Un falangista
que era a la sazón presidente de la Cruz Roja comarcal, con sede en San lorenzo del
escorial. También era el dueño de una pastelería situada en el centro del
pueblo. Hay que subrayar que fue un hombre muy querido y respetado en los
pueblos de la sierra en donde siempre desarrolló una muy meritoria labor con el
servicio de ambulancias.
Desde este municipio cubrían todos los
pueblos de la sierra del Guadarrama, con un tesón y amor propio que durante los
20 años que dirigió este servicio Romera, como se le conocía popularmente, fue
una de las figuras más carismáticas de esta comarca, respetado y querido. Sin duda,
especialmente apreciado por todos los habitantes de esta zona de la sierra del
Guadarrama.
El semanario que Lorenzo Romera fundó junto con un entrañable amigo mío
y como yo periodista vocacional que llevó durante muchos años la corresponsalía
de efe, en esta zona de la sierra. Como bien digo, fueron ambos los artífices
de poner en circulación aquel semanario al que pusieron por nombre “ECOS DE LA SIERRA ”.
Pronto se hizo muy popular, posiblemente por que era el único periódico
que en aquellos momentos se editaba en estos contornos, y por el cariño que
todo el equipo: redactores y colaboradores, pusimos en él de forma altruista.
Durante el tiempo que se mantuvo en circulación, ninguno de los que colaboramos
en él percibió el más mínimo salario ni gratificación alguna por el trabajo
realizado.
No obstante, durante el tiempo que duró
su andadura periodística, abundaron en sus páginas magníficos artículos de
opinión, las noticias más sobresalientes de la vida diaria del pueblo y su
entorno: sucesos, novedades, acontecimientos, críticas a la labor municipal,
etc.
Entre esas críticas yo recuerdo una muy
llamativa de la que fui protagonista y que levantó tal revuelo que estuvieron a
punto de cerrar el periódico.
El
titular era el siguiente:
Mítines
y conferencias entorno a la
Constitución
A lo
largo de esta semana, describía el citado artículo, se han celebrado diversos
actos en esta localidad y cuyo tema principal ha sido la constitución.
El
primero de ellos se ha celebrado el pasado miércoles en el paraninfo del
colegio Alfonso XII en donde Gabriel del Estad disertaba sobre el tema:
“Derecho a la vida, Escuela libre y otros temas polémicos de la Constitución del 78” .
El tema era de palpitante actualidad, y a él
acudió gran número de auditores, especialmente mayoría de matrimonios invitados
a esta conferencia por las “Asociaciones de vecinos de esta localidad”.
No
cabe duda, de que el documento constitucional es aún difícil de entender para
la gran mayoría del pueblo español que no está ducho en estas lindes, es por
ello quizá que el tema de la conferencia sobre los derechos fundamentales de la
vida y la enseñanza, y dada la talla del conferenciante: Profesor de derecho
político y sistemas constitucionales, además de teólogo de la universidad de
San Lorenzo del Escorial, hicieron acudir al gran público ávido de penetrar en
los profundos misterios democráticos de nuestra futura constitución. Pero ¡OH!
Sorpresa, el error fue mayúsculo, puesto que el auditorio que llenaba la sala
del paraninfo, tuvo que soportar pacientemente al orador que se pasó cuarenta y
cinco minutos disertando sobre el aborto, que según él incitaba a posteriori el
artículo 15 de la constitución (este artículo nos habla del derecho a la vida y
a la integridad física de la persona, sin que esta pueda ser torturada, y
quedando abolida la pena de muerte).
El tema del aborto no convenció en absoluto
a sus oyentes, y pasó a al artículo 27, que trata sobre la libertad de
enseñanza, siendo esta obligada y gratuita y autogestionada por los profesores
y padres de alumnos en los centros docentes. Aquí el conferenciante se cerró en
banda defendiendo los centros privados y regidos como hasta ahora.
A lo largo de la conferencia, aumentando a
cada momento que pasaba el malestar de los asistentes, se vio claramente que
esta versaba, aunque con mucha sutileza se evitó de decir, de convencer al
electorado para que diga no a la constitución el próximo día 6 de diciembre.
El público lo debió entender así, puesto que
de pronto empezaron a levantarse, abandonando la sala y dejando al
conferenciante con la palabra en la boca.
Aquel artículo cayó como un jarro de agua
helada sobre la cabeza del protagonista que llamó inmediatamente al periódico
amenazando con hacer caer sobre el autor del artículo y demás miembros de la
redacción todas las llamas del infierno junto con el cierre inmediato del
semanario.
Sin lugar a dudas, la dirección junto con la directora del semanario
tuvieron que hacer un auténtico maratón diplomático buscando los contactos más
afines al colegio de los Agustinos para calmar la ira del ofendido. Al final lo
consiguieron aunque yo tuve que aceptar, mi silencio de penitente y dar una callada
por respuesta a la reprimenda que me enviaron a través de la sección cartas ala
directora, firmada por el Decano de Alumnos del RCU. Maria Cristina. En la cual
hacia un análisis pormenorizado de mi ignorancia supina en los temas que en
dicha conferencia se habían tratado, especialmente por que estos temas fueron
pronunciados a nivel académico, y por tanto, según capté, a través de la
misiva, difíciles de entender por un simple plumilla.
Dije ¡Amén! Y continué buscando otros
criterios, otras voces, unas discrepantes otras de consenso sobre el referéndum
de la carta magna que se estaba elaborando y que los españoles, por primera vez
acudiríamos a las urnas para su aprobación o rechazo. Una cita que estaba
fijada para el día 6 de diciembre de 1977.
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